La decisión de la "papelera" de instalar una nueva planta industrial en Perú en vez de Chile, desató debates y críticas por el bajo crecimiento de nuestro país, que este año ocupará el antepenúltimo lugar en Latinoamérica.
A diferencia del fútbol, en que cuando un país gana, el otro necesariamente pierde, en economía el crecimiento de un vecino constituye una oportunidad más que una amenaza cuando la economía propia es dinámica, robusta, competitiva y tiene muy clara su estrategia de crecimiento.
¿Es este el caso de Chile? Claramente no. Las cifras de crecimiento, cesantía y desarrollo de nuevas empresas y productos evidencian que no vamos por el camino correcto; el clima laboral se ha deteriorado en perjuicio precisamente de los cesantes.
Cuando un avión pierde velocidad y altura, los pasajeros no lo notan, pero sí debe notarlo el piloto, que observa los instrumentos y toma las medidas necesarias para evitar estrellarse, lo que al parecer no se está haciendo.
¿Qué está haciendo Perú mejor que Chile? De partida invirtió bastante en infraestructura, que le ha permitido regar grandes superficies adicionales; en caminos. para integrar mejor el territorio; y ha generado un clima favorable a la inversión, que se nota en fotos y en las deferencias hacía empresarios chilenos, cuya máxima expresión fue el trato casi de jefe de Estado otorgado a Sebastián Piñera en su reciente visita a Lima. La repetida consigna y meta de superar económicamente a Chile en 10 años, estimula al empresariado peruano que es gran admirador del desarrollo económico chileno.
La energía a mitad de precio que en Chile, menos conflictividad laboral, mano de obra más barata, son ventajas con las que es muy difícil competir. Ya lo palpamos con el traslado a ese país de de los procesadores de anchoas y la fábrica de redes FISA en Arica, y con Polytex en Iquique, claro que en Santiago esto no se sabe.
Michael Porter, profesor de Harvard y "gurú" mundial de la competitividad, esta semana en Santiago afirmó que la mala educación pública, la rigidez laboral y la falta de una política energética, son frenos estructurales al crecimiento; pero algunos se oponen a las centrales de Aysén o a las nucleares, otros a la flexibilidad laboral, y otros a la nueva Ley de educación.
A este ritmo, en unos años más habrá "nanas" chilenas en Tacna.