Tras crecientes quejidos, finalmente el ministro de Hacienda se conmovió y accedió a rebajar algunos impuestos.
El llamado impuesto a los combustibles, que denomino "impuesto al transporte", se reduce en un 25 %, equivalente a un 8 % del precio final. ¿Pudo ser mayor la rebaja ? Por supuesto, pues las arcas fiscales están repletas, además el petróleo sigue subiendo, por lo que la rebaja se diluirá rápidamente. Si vemos las alzas preocupantes de los alimentos, una mayor rebaja habría ayudado a los alicaídos bolsillos de los chilenos.
La rebaja del impuesto de timbres, que llamo "impuesto al crédito" para las pymes es positivo, aunque insuficiente para las enormes dificultades que enfrenta este sector, por lo que si realmente se desea apoyarlo, las medidas deben ser mas profundas y audaces. En todo caso, seguiremos pagando impuestos cada vez que giremos un cheque o retiremos dinero del cajero automático.
Posiblemente, a fin de que los ciudadanos no se engolosinen con rebajas tributarias, paralelamente se subió el IVA a las viviendas de más de 2.000 UF con variados y repetitivos argumentos, como que los ricos tienen que pagar más para ayudar a los pobres, sin considerar otros argumentos tan o más válidos que el anterior.
Supongamos la vida útil de una vivienda en 60 años, aunque las caras duran mucho más; ¿por qué el contribuyente debe pagar por anticipado 60 años de impuestos por un bien que va a utilizar durante ese período? ¿No sería más lógico dividir el IVA en 720 mensualidades y cobrarlo con las contribuciones?
Historia aparte es el fin social de la vivienda en que la familia se realiza, trata de dar una vida feliz a sus hijos y dejarles un bien para su futuro. Además, cuando compra su casa debe acreditar al Estado (SII) que los recursos pagaron impuesto de renta, deberá pagar contribuciones, y finalmente, el impuesto de herencia.
La concepción del Estado fue para crear un ente que organice a la sociedad a fin de facilitarle la vida, ayudarle a cumplir sus sueños, apoyar a los débiles y lograr progreso en paz y armonía.
En ningún caso fue crear un ente que se llenara los bolsillos y que los ciudadanos estuvieran a su servicio, que es la sensación que nos invade cada día más. El ministro de Hacienda no puede ser Rico Mc Pato que se baña en la piscina de dinero, mientas Moya lo observa como gato mirando la carnicería.
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