Marzo es la Navidad de los bancos, los ahorros se fueron con las vacaciones. Los colegios, útiles, uniformes, patentes, impuestos, etc., etc., hacen casi insoslayable acudir a las entidades financieras para afrontar la avalancha de gastos, lo que es evidente ante la frondosa publicidad ofreciendo créditos.
Lamentablemente, los pronósticos apuntan a que todo el año 2008 será de complicaciones económicas. El petróleo ya superó los US$ 100,y se estima que no bajará de los US$ 90, por lo cual el costo del transporte incidirá en el aumento de la inflación a nivel mundial.
Precios de alimentos básicos como trigo, azúcar, aceite y otros siguen al alza, sin dar señales que la tendencia cambie. En Chile, la severa sequía que afecta a la zona agrícola comenzó a hacer sentir sus efectos hasta en nuestra ciudad, como consecuencia de la demanda del resto del país por los productos agrícolas azapeños, situación que se mantendrá por el resto del año.
La sequía no sólo tiene efectos sobre la agricultura, sino además reduce significativamente la generación hidroeléctrica, componente principal de nuestra matriz energética, la cual deberá ser reemplazada por generación diésel, con los aumentos de costos respectivos.
Por supuesto, el alza de la alimentación, la energía y el transporte incidirá fuertemente en la inflación y en su hija inseparable, la UF, unidad de medida en la que están expresadas todas las deudas de mediano y largo plazo, como las hipotecarias, lo que hará la vida más complicada a millones de chilenos.
La inflación se combate con alzas en la tasa de interés, a fin de incentivar el ahorro y bajar el consumo. Pero, una alza de ésta acarrea una baja en el precio del dólar, por el mal negocio que implica tener dólares que casi no pagan interés, frente a pesos o UFs que devengan intereses positivos.
Un dólar barato ayuda a que no suban los precios de los bienes importados, pero los exportadores pierden competitividad y por consiguiente mercados que costaron mucho ganar, lo cual provoca cesantía interna.
En un mundo global, los gobiernos tienen poco margen de maniobra. Pero el nuestro tiene pocas opciones: eliminar el impuesto a los combustibles, y bajar el gasto fiscal para no presionar el gasto fiscal.
En un año electoral no es fácil, pero más espacio no hay.
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