La polémica suscitada por la operación de la planta de celulosa Celco en Valdivia, merece un análisis que no debiera centrarse exclusivamente en los efectos que genera el funcionamiento de dicha planta.
El cuidado del medio ambiente nació hace unas décadas en Alemania, producto de la contaminación del río Rin, la cual inhibió toda forma de vida en él. El grupo que comenzó este movimiento fue bautizado como “Los Verdes”, el que fue derivando su accionar hacia el campo político y se transformó en partido, sin mucho éxito electoral.
Sin duda, el cuidado del medio ambiente debe ser preocupación de toda persona, pues tenemos la obligación de legar a nuestro hijos un planeta mejor que el que recibimos, y obviamente cuidarlo, pues es el único que tenemos; pero lo que no podemos olvidar es que Dios nos entregó la naturaleza para que en ella viviéramos y nos desarrolláramos, y de ella nos sustentáramos, pues está al servicio del hombre, y no al revés.
No se cumple con este fin, si con la excusa de cuidados ecológicos se comienza a dificultar la generación de actividades productivas; o empresas que financien a grupos ecologistas, con el fin de eliminar competidores que les reducen sus utilidades; o, usar este argumento como barreras para-arancelarias para evitar la competencia de importaciones, todo ello finalmente perjudica a los más necesitados, pues se limita la generación de empleo, y los productos resultan más caros de adquirir.
El Estado debe velar por un sano equilibrio entre ambas necesidades, hacer respetar la normativa que regula y autoriza el funcionamiento de las actividades, y, dada la importancia de esta función, no puede entregarla a organismos que no tienen la capacidad técnica para cumplir ese objetivo. La Corema (Comisión Regional del Medio Ambiente), no puede estar integrada por personas de buena voluntad, que trabajan ad- honorem, muchas veces con poco o nada de conocimientos como para adoptar decisiones de tanta importancia ambiental y económica. En el caso Celco esta instancia tras negociaciones con la empresa, había autorizado su funcionamiento bajo ciertas condiciones, las que asegura estar cumpliendo con creces, pero, tras la enorme polémica generada, ésta decidió suspender su funcionamiento con grandes pérdidas y 6.000 empleos en la incógnita.
¿Qué pierde la Corema o sus integrantes? Nada.
En este escenario se hará más difícil radicar inversiones, y superar nuestros problemas