Al igual que una gran cantidad de ariqueños, mi familia y yo sentimos un gran pena por la partida de nuestro buen "hermanito" Jaime.
Lo conocí recién llegado a nuestra ciudad, accediendo a una gentil "sugerencia" para trasladar su residencia a la tierra del buen clima. Y, como era de esperar, producto de su inmenso amor por sus semejantes, a las pocas semanas lo estaba demostrando con una "semejanta", quien en varias oportunidades me invitó a compartir veladas y un tinto "Carmen Margaux", costumbre que no ha cambiado. Me enseñó a comer caviar y todas las "rarezas" del manual de Carreño.
Hablamos de política sin pasión, pero con mucha razón. Me relató su captura tras el "once" y que al llegar a un recinto naval un oficial lo había maltratado, ante lo cual uno de mayor graduación lo increpó, obligándolo a disculparse ante el "doctor" que -como pediatra- había atendido a gran cantidad de marinos.
Me enseñó a ser tolerante con su ejemplo y fui mensajero de muchos cariñosos saludos y parabienes entre él, y el también ex senador Francisco "Pancho" Bulnes, el "Marqués". Cada uno representaba en el Senado los extremos de aquellos ideologizados años, pero los afectos eran independientes de las ideas. ¡Cuán distinta se hace la política hoy en día!
Le decían el "médico de los pobres", lo que no es totalmente cierto, pues en mi caso jamás aceptó que le pagara una consulta, lo cual aceptaba solamente si se hacía con un "tintolio". El era el "médico de todos" en mi experiencia. La mejor muestra de ello era el tarrito que tenía en su consulta con un letrero que señalaba "coopere con lo que pueda, para que el doctor pueda vivir". Jamás vi, ni tuve conocimiento, que algún médico tuviera tan peculiar estilo para cobrar sus honorarios, siendo ésta una muestra más de lo peculiar que fue su vida.
El gran respeto que le profesé fue producto de su calidad humana y por su tremenda consecuencia de vivir, según sus ideales. La riqueza y los bienes materiales le eran indiferentes, no tenía nada de "renovado" y vivió según sus ideales como dogma de fe.
¿Profesó una idea errada? No creo. Las ideologías son todas bien intencionadas, los que las hacemos malas somos los seres humanos, lo que no era válido en el caso de Jaime. Si todos los comunistas del mundo hubiesen actuado como Jaime, creo que el muro de Berlín se habría caído igual pero... muy posiblemente para el otro lado.
¡Gracias, Jaime! Que tu ejemplo de vida nos sirva a muchos.
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