Sorpresa causó la última cifra de cesantía en el país (8,8 %), dado que es mayor a la registrada en el mismo período del año pasado, y aunque la economía del país creció a un 6 %, no se logra bajar este índice, que es posiblemente el mejor indicador del bienestar de la mayoría de la población. Explicaciones de las más variadas se van a dar, todas analizadas desde el prisma que a cada uno le convenga; unos dirán que hoy muchas más personas se encuentran buscando empleo, que desde trabajar en sus casas independientemente, prefieren ahora hacerlo por un sueldo fijo. Otros sostienen que la rigidez de las leyes laborales desincentiva la contratación, y el aumento de producción y/o productividad se busca por la vía de tecnificar los procesos (máquinas reemplazando a personas). Encuentro más lógica esta última explicación.
Si se compara el nivel de cesantía de diferentes países, notará que EE.UU. tiene un bajo índice, producto de la libertad de su mercado laboral. En Europa el índice rodea el 20 %, España lo bajo a un 16 %, flexibilizando las leyes laborales bajo el gobierno de Aznar; Holanda también lo bajó tras un gran acuerdo gobierno-trabajadores y empresarios. Obviamente, copiando los buenos ejemplos lograremos reducir nuestros índices, pero se requiere valentía política, la que cuando menos se da es en períodos electorales, por lo que este año será difícil avanzar en esta materia.
Otra señal que está causando polémica, es la mala distribución del ingreso, mal que es compartido por Latinoamérica. En Chile, el decil (10 %) más rico tiene ingresos 36 veces superiores al decil mas pobre; en Brasil, la relación es 77 veces y en Japón 7. Claramente hay un problema de discapacidad y mala educación para acceder a mejores trabajos. Hay un resultado claro: no es a través del aumento de los impuestos que mejora esta relación, pues en Chile desde el año 90 los impuestos han subido al igual que la desigualdad.
Este es un problema de mayor impacto ético que económico, pues por mucho dinero que gane por ejemplo el Sr. Angelini, no puede consumir más de lo que le permite su organismo. Estoy seguro que su patrimonio le permitiría comerse al almuerzo 10 novillos, pero dudo que su salud le permita pasar de los 250 gramos. Sabiamente la naturaleza nos coloca a todos una capacidad máxima de consumo, y lo que no se consume, se ahorra, se invierte y se generan nuevos puestos de trabajo para bajar la cesantía, aumentar los sueldos y disminuir la brecha entre ricos y pobres.
Naturalmente, para lograr este resultado se requiere políticas inteligentes. Sepamos elegirlas
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