Más parece argumento de telenovela el proceso de viabilizar el proyecto de poner en producción las manoseadas 1.500 hectáreas de Chacalluta, que un trabajo serio, que aterrizado en la realidad logre materializarse.
Esta idea nació de la familia Lombardi, probados eficientes agricultores por varias décadas, que introdujeron en Azapa modernas técnicas agrícolas, como el riego a goteo, las semillas híbridas, el cultivo en parronales, etc., etc., lo cual otorgaba un nivel de seguridad en su éxito, que difícilmente se lograría con otros empresarios.
Lamentablemente, el tema se politizó, y comenzaron a meter manos en el asunto autoridades de la época, que so pretexto de “mejorar” el proyecto, lo fueron desvirtuando hasta llegar al punto en que se encuentra hoy. Por supuesto se requería “estudios”. Recuerdo que en mi condición de consejero regional rechacé un estudio por aproximadamente $ 40 millones, que suponía haría el análisis de la calidad de las tierras, a pesar que todos saben que tienen altos contenidos de carbonatos y se requiere “lavarlas” por largo tiempo, previo a su utilización.
El riego sería con aguas recicladas de la entonces Essat, que deberían ser bombeadas 15 kilómetros, con un altísimo costo, en circunstancias que las aguas subterráneas se encuentran a 25 metros y por su limpieza pueden ser utilizadas sin restricciones, a diferencia de las tratadas que sólo se pueden utilizar para regar árboles. Essat no tenía ninguna posibilidad de financiar la planta de tratamiento de aguas, de un costo de 40 millones de dólares, por lo cual gastar en el estudio era poner la carreta delante de los bueyes. Tengo entendido que finalmente el estudio se hizo con recursos Corfo.
El conocido “milagro” de transformación del Valle de Copiapó, que hoy son grandes exportadores de uva, producidas en tierras desérticas similares a las 1.500 hectáreas, no se planificó en oficinas burocráticas, sino que dándole libertad de emprender, y apoyando a un gran empresario como Guillermo Prohens, que con su visión creó riquezas donde sólo había piedras y aridez.
Este ejemplo debiera ser el rector de las medidas a tomar para lograr que este proyecto no pase a engrosar la voluminosa “Frustroteca” de Arica. Aquí tenemos empresarios como Guillermo Prohens, con mucho más compromiso con nuestro desarrollo que un “afuerino”. Confiemos en ellos, apoyémoslos, no los llenemos de trámites burocráticos. En resumen, démosle libertad de emprender, y veremos con el tiempo que estos son los ingredientes insustituibles del desarrollo económico
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